martes, 6 de julio de 2010

No sé en qué momento se empiezan a tornear suavemente y a convertirse en altísimos árboles. No llego a ver sus copas sino
ramas y
ramas y aquello que se
esconde
detrás.
Se asoman y son cada vez más.

Mutan de formas y colores y tampoco me doy cuenta! ..pero me deslumbra.
Puedo ver al mismo tiempo la luz tenue de un sol que se define a sí mismo como el todo
y que entre aquello, también asoma.
Cohabitando el cielo con ella -pelota luz - que le da un sentido distinto y nuevo al escenario.
Y mis pies descalzos sobre raíces se hacen raíces y tierra.

Puedo incluso sentir ese olor porque todo destila humedad.

Y miro las vetas en la corteza
y las persigo hasta el cielo
y podría perder el registro de todo lo que me rodea hasta que

decidan ocultarse
-por hoy-


Y el olor vuelva a ser a café,
Y se vuelvan a tornear con la misma suavidad y retomen

su forma primaria


de renglón de hoja.